Llevábamos una temporada viéndonos, íbamos al cine, a tomar unas copas, solos o con amigos, sin mayores intenciones por mi parte, no es que me atrajese demasiado, era guapa, sí, era inteligente, sí, no estaba mal, pero...la cuestión es que llevábamos una temporada saliendo, hablando, cada día que pasaba me demostraba que le gustaba, para mi era tan alucinante que no podía dar crédito, hasta aquella primera noche, sobre todo al despertar, fue mi segunda vez, la primera, con 20 años, no la recordaba, ni la recuerdo, supongo que por el efecto del acohol, pero aquella noche, si, estaba sereno, completamente, y para ser yo, excepcionalmente feliz, ¿una mujer conmigo?, ¿en la cama?, no podía estar pasando, no podía ser, no me lo creía, cuando me desperté a su lado, ella abrió los ojos y me besó, no pude hacer otra cosa que pedirle que me pellizcase,
-¿Que te pellizque?, ¿Y eso?,
-joooder, porque debo estar soñando,
esto no puede pasarme a mi,
Se rió, muchas veces recuerdo sus
risas, me pellizcó, claro,
-¡¡¡¡Ayyy, coño, que me haces
daño!!!
-Me has pedido que te pellizque y te
pellizco, que bobo eres...
Me contesto, con una sonrisa....nunca
olvidaré aquella forma de sonreírme. Creo que ahí, precisamente
por esa sonrisa, empecé a enamorarme de ella. Incluso su forma de
llamarme "bobo" con esa sonrisa traviesa, me pareció
alucinante, se sentía feliz, no se lo pregunté, pero me lo dijo
ella, me dijo que la estaba haciendo muy feliz y que se sentía muy
bien junto a mi, pero que me notaba extraño...
-No sé, estas seguro de que quieres
seguir adelante?, la verdad es que te noto algo distante y yo te
quiero.
Por unos momentos dudé de mi
respuesta, la verdad es que no estaba nada seguro, pero sobre todo
por mi mismo, no por ella, a ella, claramente le gustaba y ella si
quería más, pero ¿yo?, en aquellos momentos no me parecía que
fuese la mujer ideal, ¿Qué podía decirle?...Le dije que sí,
que no se equivocaba, me sentía raro, para mi era todo muy extraño..
-Pero, ¿de verdad me quieres?
-Claro, bobo, claro que sí, eres un
amor y además, que quieres que te diga, no estás nada mal, salvo
esos pelos largos que tienes...que vaya pintas hijo...
Otra vez con esa sonrisa de locura, que me iba enamorando sin darme ni cuenta.
Otra vez con esa sonrisa de locura, que me iba enamorando sin darme ni cuenta.
-No sé, niña, es todo tan
extraño para mi...
-¿Por qué?, no te entiendo.¿Qué
te pasa?
Estaba totalmente sorprendida, entonces
le conté, muchas de mis malas experiencias desde el colegio, no
todas, pero sí las suficientes, la vi triste, me conmovió mucho su
tristeza cuando la contaba algunas de las cosas por las que había
pasado, mis miedos, mis problemas para acercarme a las chicas, mi
timidez...
-Me parece tan raro que alguien pueda quererme, me siento tan extraño, que ahora mismo no se muy bien lo que siento, la verdad, pero lo último que quiero es hacerte daño.
-Me parece tan raro que alguien pueda quererme, me siento tan extraño, que ahora mismo no se muy bien lo que siento, la verdad, pero lo último que quiero es hacerte daño.
Me miró con una
dulzura como nunca antes me había mirado nadie, nunca antes sentí
aquel estremecimiento mientras me acariciaba la cara...
-No debes preocuparte, sólo tenemos
que intentarlo, puede que...
Para mi, aquél
día, y el fin de semana que le siguió, fue el comienzo de mi
verdadera vida, nunca antes me había sentido querido, deseado, hay
quien dice que lo importante es quererse a uno mismo, pero aquél
sentimiento, aquella forma que ella tenía de quererme, me hizo
sentirme especial, diferente, la llevé el domingo por la noche a
casa de sus padres, y quedamos, para el lunes por la tarde-noche para
tomar algo y hablar, yo estaba de vacaciones en el curro y ella había
dejado de trabajar un tiempo atrás..
-Tranquilo, cariño, date tiempo...
ya verás como todo va a ir bien...
Fue su despedida
cuando nos besábamos en el portal, cuando volvía a casa recordé el
comentario que me hizo del pelo largo, a mi me gustaba la melena, de
hecho, me llamaban “El pelos” de todos los motes que me habían
puesto en mi vida, ese era el único que no me disgustaba en
absoluto, al contrario, además, siempre noté que me lo decían
cariñosamente, pero a ella no le terminaba de gustar, para mí, era
más que suficiente, ese mismo lunes por la mañana fui al peluquero
y me lo corté, sí, me dolió, pero sólo un rato, la verdad es que
me quedé a ver como recogían la cantidad de pelo que quedó allí,
el peluquero me miraba con una cara de mala hostia del copón, pero
yo, internamente, sonreía, al fin y al cabo, que importancia podía
tener, sabía que ella iba a saber apreciarlo, estaba decidido a
hacer cualquier cosa por mantenerla a mi lado y de todo lo que estaba
dispuesto a hacer, lo del pelo no me preocupaba lo más mínimo.
Cada minuto de
espera, por la tarde, en el portal de su casa, era como un suplicio,
estaba nervioso, la verdad es que no la había respondido, no la
había dicho, ni que sí, ni que no, ni que quizás...mi cabeza era
como una centrifugadora...
Cuando bajó al portal, con una bata, unos calcetines hasta la rodilla y las zapatillas de andar por casa para decirme que la esperase un rato que no había terminado de arreglarse, me dejó completamente...bueno, es difícil de explicar....
Cuando bajó al portal, con una bata, unos calcetines hasta la rodilla y las zapatillas de andar por casa para decirme que la esperase un rato que no había terminado de arreglarse, me dejó completamente...bueno, es difícil de explicar....
-Espérame un rato, mi amor, que
tengo que terminar de arreglarme..., ¿Que te pasa?, jajaja, -se
rió al verme la cara que se me había quedado-, ni que hubieses visto un fantasma...es lo que hay,
cariño, esto es lo que te vas a encontrar normalmente...
No supe que
contestarle, me dejó sin palabras, volvió a entrar y yo no dejaba
de mirarla mientras esperaba el ascensor, ella me miraba con esa
sonrisa traviesa...me quedé dando vueltas enfrente de su portal, no
sabiendo muy bien que era lo que estaba pasando, sólo sabía que no
quería volver a separarme de ella, esa naturalidad, esa sencillez,
bajar sin arreglarse, sin maquillar, como se suele decir, con los
rulos puestos, que, además, es cierto que los llevaba, porque se
estaba peinando ella misma, ese, “es lo que hay, cariño, es lo
que te vas a encontrar normalmente” me fascinó, me sedujo y,
si en aquel momento, aún no lo estaba, me enamoró locamente.
Continuará...
Comentarios
Publicar un comentario