El amor y yo...


El amor y yo, o... yo y el amor, que no se si es lo mismo, pero a veces da la casualidad de que coincide. Soy de esa rara especie en extinción, o al menos eso dicen, que la especie está en extinción, de hombres románticos, detallistas, cariñosos, de esos a los que les gusta decirle a su mujer, que la quieres, cada día, no a todas horas para evitar que se cabree y que te de un sartenazo, pero si, al menos, un par de veces diarias y que, además, procura demostrarlo, que a veces es lo más difícil.
Soy de los que cree en el amor romántico, para siempre, si puede ser eterno, mejor, de los que piensa que la unión de la pareja, debe de ser para siempre, y de los que está absolutamente convencido de que el amor lo puede todo.

Soy de los que piensa que las medias naranjas existen, y de que aquellos que dicen que por nosotros mismos ya somos la naranja entera, están gilipollas perdidos, o lo que es peor, no tienen ni la más remota idea de lo que es sentirse enamorado, que también.

Soy de los que sabe que el amor no es “gratis”, que en ocasiones, en el complejo viaje de amar a alguien puedes perder un buen pedazo de ti mismo, que a veces, por amar a esa persona, dejas atrás a muchas otras que, en su momento, eran grandes amigos, por procurar la felicidad a aquella a quien amas, dejas atrás sueños, deseos, ilusiones y un buen puñado de oportunidades que podrían haber hecho de tu vida, otra, muy diferente.

También soy de los que saben, que el amor tampoco es perfecto, ni fácil, que la pareja no es un camino de rosas y que aquello de “fueron felices y comieron perdices ” no es cierto, de los que sabe que el amor sufre altibajos, idas y venidas, vaivenes de los que, a veces, es muy complicado resurgir, de momentos en los que lo mandarías todo al infierno y no mirarías atrás, de momentos en los que se hace difícil seguir amando, momentos en lo que sientes una soledad profunda y lo dejarías todo por una bocanada de aire fresco, de momentos en los que te arrepientes profundamente de todo aquello que abandonaste por ese amor del que a veces huirías.

Sí, soy de esos, de aquellos que a pesar de todo, cuando abro los ojos cada mañana y veo su rostro, aún dormida, a mi lado, tengo que pellizcarme para cerciorarme de que no es un sueño, para asegurarme de que la mujer de mi vida, sigue estando, a pesar de todo, a mi lado.

Sí, soy de esos.

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