Las Alas de la Desesperación


Las alas de la desesperación sobrevuelan tu camino, mientras levantas falsos muros de dignidad para protegerte de los demás, sin darte cuenta de que estás siendo atrapado por las oscuras ruinas de tu alma.

La oscura realidad, se abre paso, mostrando la verdadera cara de la crueldad, mientras, miles de pensamientos se agolpan en tu mente sin saber que hacer, a donde ir, si vivir o morir. Inventando una falsa sensación de paz, rota, destruida por la verdad de tu ser. Sin futuro, porque, el presente no existe, el presente....., una ilusión, una mentira, creada, fabricada, te desmoronas, te hundes, más, y más sin llegar a un fondo, que, aún cercano, cada vez se aleja más y más. Y no puedes llegar.

Y, ¿que tienes que ofrecer?, ya no te queda nada. Ya no sirves, acabaste tu tiempo, ya no te queda nada que dar, nada que ofrecer, tan sólo tu recuerdo, aquel que fuiste, pero que ya no está, tan sólo aquel que quisiste llegar a ser, pero que nunca estuvo, que nunca fuiste, quizás sólo un sueño, un deseo, quizá una ilusión recreada por una existencia vagamente deseada.

Solo, apagado, como esa vela, cuando se consume, humeante, poco a poco te vas desvaneciendo entre las tinieblas de la realidad, entre las ruinas de tu existencia, embebido por la oscuridad que te rodea, sin encontrar, ni tan siquiera, una razón para seguir viviendo, buscando desesperado una sola razón que te ayude a abalanzarte en los brazos la oscuridad.

Quizás llegue el momento, al fin, enfrentado a ti mismo, será rápido, sin dolor, el silencio por fin arrastrará toda tu existencia, la fría hoja de un cuchillo en la oscuridad, un suave silbido que cruzará el aire, mientras, la calma de la noche tan sólo quebrada por la sangre derramada, podrá observar, con la frialdad de la oscuridad, tu cuerpo, sobre un charco de sangre, mientras el alma, que no quiere alejarse, espera, impaciente, un nuevo amanecer para seguir muriendo, sin morir, para seguir paseando por el sendero de una muerte sin final; una muerte que llega cada noche para irse con las primeras luces del alba, una y otra vez, sin descanso.

Quizás llegue ese momento, mientras tanto, las alas de la desesperación siguen, despacio, seguras, sobrevolando tu camino, abrazándote con fuerza, sin dejarte respirar, marcando un sendero que no tiene retorno, del que conoces su final, ya estuviste allí.

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